Aquellos minutos que esperamos en una esquina a veces parecen interminables.
Miramos a la derecha, una muchacha tiene audifonos,
Se mueve al ritmo de la música que escucha.
Vemos a la izquierda, un hombre con un portafolios mira su reloj.
Entonces pasa un carro verde.
El hombre lo para, y el pequeño cobrador avisa al chofer que reanuda su ruta.
Suspiramos
La muchacha no parece haberce dado cuenta que el hombre se ha ido.
Seguimos esperando, sin prisa, todavía tenemos tiempo.
La chica tararea la cancion y sigue el ritmo con el pie.
Pasan dos buses más, un taxi vacio y un particual.
-¡Bajan! ¡Bajan!- escuchas el grito del cobrador.
El micro amarillo estaciona y deja bajar a una madre con su hijo.
La muchachita, ligera de pies, se trepa al vehiculo
Vemos como se agarra de un asiento, pues va parada.
Buscamos el celular, queremos asegurarnos que tenemos tiempo.
Nos queda poco.
Nuestro bus aun no pasa.
Finalmente le vemos dar vuelta a la esquina
Se aproxima al paradero y se detiene.
Nadie baja, mas nos toca subir.
Hay asientos vacios, ¡que suerte!
Al sentarnos vemos como alguien más llega a la esquina.
Igual que nosotros esperará el bus.
Mientras nos alejamos, pensamos...
Aquel destino al que ansiamos llegar
O al que nos vemos forzados a ir
Con un millon de problemas, felices, desesperados.
Nuestro micro lo ha visto todo.
Y ahora, somos parte de su historia.
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Homenaje a esa esquina, y al micro que todos los días tengo que tomar.
El transporte público es uno de los lugares que más mágicos del universo. Es el lugar donde convergen el folklore, la rutina urbana, las profesiones, las clases sociales, los problemas, las alegrías, los fastidios y los enfados (entre otras muchas cosas que no podría siquiera enlistar, pero que involucran olores "curiosos". Awww, yo amo el transporte público, no hay mejor lugar para pensar... o para ver gente y escuchar conversaciones segmentadas.
ResponderEliminarUn saludo, señorita Kino.