Pluma de Águila

Descancen un rato de la cotidianidad de la vida.

jueves, 19 de enero de 2017

Cuento 1

Canasta de Pescados

Hace algunos años, en algún lugar del Perú, vivió Raymi. Raymi era un perro curioso, y travieso que no tenía pelo, ni uno solo; era peladito de la cabeza a la cola y era querido por todos los que le conocían.
Un día, paseando por la ciudad, se unió a dos niños que iban corriendo y saltando, riendo y jugando por la calle, cuando ¡PLAF! Tramboyos y jureles, bonitos y cachemas, caballitas e incluso un pulpo quedaron regados en el suelo.
-¡NIÑOS TRAVIESOS! – Gritó el pescador molesto. Los niños se miraron asustados y corrieron a esconderse, pero Raymi  animó a los niños a salir y los tres se pararon frente al pescador mirando al suelo.
- Lo sentimos – dijeron los niños al mismo tiempo que Raymi ponía sus patitas sobre su nariz.
El pescador suspiró – no corran sin mirar a donde van – les regañó mientras se agachaba para recoger su pesca.  Raymi entonces se apresuró a recoger con mucho cuidado uno de los pescados que más lejos había ido y lo puso en las manos del pescador y enseguida los niños lo imitaron.
Muy pronto todos los pescados estuvieron de regreso en la canasta del pescador. –¡Juan! ¡Pedro! – se escuchó el llamado de la mamá de los niños que llegaba muy preocupada por no haber encontrado a sus hijos en el parque. Los niños se disculparon con su mamá y le contaron sobre el accidente con los pescados.

La señora agradeció al pescador por no ser gruñón y le compró los que se veían más frescos y ricos. Esa tarde Raymi comió ceviche junto a sus dos nuevos amigos.

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